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Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. (Prov. 23:7)


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MENSAJES SUD

             

(16) ES IMPOSIBLE ...

03 de noviembre de 2012


     A poco de restaurada la Iglesia Verdadera sobre la faz de la tierra, el Señor le reveló a José Smith Su voluntad concerniente a la instrucción de los santos. Al conocimiento de la doctrina del reino debía sumarse la educación secular con el objetivo de prepararlos para su relacionamiento con el mundo en que estaban inmersos y convertirlos en instrumentos idóneos para la proclamación del evangelio.

“Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe.”1

     Ese afán por ser “más perfectamente instruidos en teoría, en principio, en doctrina, en la ley del evangelio, en todas las cosas que pertenecen al reino de Dios...(y en) cosas tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra; cosas que han sido, que son y que pronto han de acontecer; cosas que existen en el país, cosas que existen en el extranjero; las guerras y perplejidades de las naciones, y los juicios que se ciernen sobre el país; y también el conocimiento de los países y de los reinos” perseguía el afán de prepararlos ”en todas las cosas,cuando de nuevo (l)os enví(iara) a magnificar el llamamiento al cual (l)os h(abía) nombrado y la misión con la que (l)os h(abía) comisionado”.2

     En medio de la persecución y la pobreza, tanto José Smith como su sucesor Brigham Young, buscaron afanosamente la educación del pueblo del Señor, así en lo espiritual como en lo temporal. Ya en la época de Navoo, el “ayuntamiento quedó autorizado para establecer y organizar la 'Universidad de la Ciudad de Nauvoo', para 'la enseñanza de las artes, ciencias y profesiones doctas'”3. En 1850, poco tiempo después que los santos se asentaran en el valle de Lago Salado, Brigham Young organizó la Universidad de Deseret (hoy la Universidad de Utah).

     Desde entonces la Iglesia ha desarrollado una actividad intensa en pro de la educación de los santos, fundando universidades, escuelas y su Sistema Educativo sobre el cual se funda el programa de Seminarios e Institutos.

     Más allá de todo ese esfuerzo, está en nosotros la responsabilidad de ser un pueblo instruido, culto y servicial. Esa responsabilidad descansa exclusivamente en cada miembro que, en ejercicio de su albedrío, se espera que dirija sus pasos conforme al consejo del Señor y de Sus líderes, transitando de esa forma el único camino seguro para alcanzar el verdadero éxito en la vida.

     Cuando aún era un niño, mi padre me llamó aparte y me dijo que haría todo el esfuerzo necesario para darme la mejor oportunidad educativa a su alcance. “Debes tener presente siempre”, me dijo, “que no estarás estudiando para complacerme sino en tu propio provecho. Tú serás el beneficiario directo de tus esfuerzos y tal vez yo no llegue a ver el fruto de ellos.” Fiel a su palabra trabajó incansablemente para cumplirla, proveyendo a la vez lo necesario para atender las necesidades de la familia. Pasó muchos años trabajando hasta dieciséis horas diarias en su profesión de mecánico, motivado por su amor y sentido de responsabilidad.

     Mi padre falleció antes que yo terminara mis estudios. Le estaré eternamente agradecido, no sólo por haber costeado la mayor parte de mi formación académica con su esfuerzo y privaciones, sino también por haberme inculcado la conciencia del valor de la educación y la responsabilidad que me asistía por labrar mi propio futuro.

     En el libro “Leales a la Fe” se exhorta a la juventud a entregarse a la conquista de una preparación académica y profesional adecuadas:

“Esfuérzate siempre por educar la mente y adiestrar las manos de manera de tener éxito en la ocupación que elijas. Utiliza tu preparación para ser una influencia para bien. Al hacerlo, se te llegará a conocer como una persona de integridad. Estarás preparado para las oportunidades cuando éstas surjan y serás muy valioso para tu familia, para la Iglesia y la comunidad. Procura la mejor preparación académica disponible.”4

     El presidente David O. McKay se refirió a la necesidad de que los jóvenes planifiquen adecuadamente su futuro:

“Tened presente en toda ocasión que después de salir de su niñez, la juventud ...en primer lugar, debe determinar la clase de carácter que desea desarrollar. Debe resolver cual va a ser su profesión o carrera, y cuando llegue el momento de tomar una esposa, como va a mantenerla a ella y a los hijos.”5

     Hoy en día existen muchos factores que distraen a la juventud del camino de una profesión o carrera. Es posible observar un desempeño mediocre en algunos sectores de la población estudiantil. Por un lado es débil la motivación al estudio. Por otro, son persistentes las oportunidades de “perder el tiempo” en diversiones y compromisos intrascendentes en lo que respecta al desarrollo de un carácter independiente e industrioso. Como alguien que pasó por el sistema educativo y tuvo la bendición de terminar sus estudios, doy testimonio que vale la pena el sacrificio que demanda la vida de estudiante.

     El procurar una buena educación es una responsabilidad extensiva a todos los miembros. En la presente dispensación un profeta del Señor nos exhortó diciendo:

"Debéis continuar teniendo presente que lo temporal y lo espiritual están mezclados. No son separados; uno no puede continuar sin el otro, en tanto que estemos aquí en la mortalidad. Los Santos de los Últimos Días no sólo creen en el evangelio de salvación espiritual sino también en el evangelio de salvación temporal. Nosotros no creemos que sea posible que los hombres sean cristianos realmente buenos y fieles, a menos que también puedan ser personas buenas, fieles, honradas e industriosas. Por lo tanto, predicamos el evangelio de industria, el evangelio de economía, el evangelio de sobriedad."6

     Nunca es tarde para aprender. “Cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección; y si en esta vida una persona adquiere más conocimiento e inteligencia que otra, por medio de su diligencia y obediencia, hasta ese grado le llevará la ventaja en el mundo venidero.”7

Ya sea que se aplique a lo eterno como al ámbito de esta vida terrenal, “es imposible que el hombre se salve en la ignorancia”.8

 

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(1) Doctrina y Convenios 88:118
(2) Doctrina y Convenios 88:78-80
(3) Elementos de la Historia de la Iglesia, pág. 286
(4) Pág. 67
(5) Cortejo y Matrimonio, Sermón del Presidente David O. McKay a la juventud, transmitida desde el Tabernáculo, el día 3 de enero de 1960.
(6) presidente Joseph F. Smith, Doctrina del Evangelio, pág. 202
(7) Doctrina y Convenios 130:18-19
(8) Doctrina y Convenios 131:6